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"Sé que existe algo más elevado para mí y mi vida se va mejorando más y más".
Nicole tiene un fuerte vínculo con su herencia peruana. Ella se dedica a su comunidad religiosa. Además, ella es sobreviviente del abuso sexual infantil.
Cuando tenía 10 años, un primo de Nicole quien era mayor que ella la expuso a un proceso de preparación y al abuso sexual. Él le dijo a ella que lo que estaba sucediendo era un juego. Cuando ella tomó un curso sobre la educación sexual en la escuela secundaria, ella se dio cuenta que lo que le había sucedido a ella era una agresión sexual.
Ella no le contó a nadie lo que había sucedido. Pero cuando empezó a sufrir de ataques de pánico con regularidad, ella entendió que necesitaba pedir ayuda.
Cuando Nicole tenía 15 años, ella decidió contarle a su mamá. Sin embargo, ella se preocupaba al no saber cómo reaccionaría su mamá cuando ella le contara. Además, a ella la preocupaba la idea de que ella misma fuera a meterse en problemas.
"Al principio, ella se sintió horrorizada y escéptica. Ella llamó a mi tía, la madre del primo quien me había agredido. Ella le preguntó si lo que yo había dicho era verdad. Mi primo admitió que él había cometido la agresión y solo después de que él admitiera lo que había hecho, mi mamá me creyó".
Nicole quería reportar la agresión, pero su mamá le dijo que le destrozaría a mi tía el corazón ver a su hijo ir a una prisión por lo que él había hecho".
"Mi mamá estaba protegiendo a mi tía y no me estaba protegiendo a mí".
Además de los ataques de pánico, Nicole estaba sufriendo de TEPT (Trastorno de Estrés postraumático) (en inglés, PTSD: Post-Traumatic Stress Disorder), ansiedad y depresión después de la agresión.
"Tan solo el oír el nombre de la persona que me había agredido me activaba los síntomas. Los ataques de ansiedad eran la peor parte de todo. El corazón me latía y sentía fuertes punzones de agujas afiladas en todo el cuerpo. Yo me quedaba acostada en la cama hasta que se me pasaran los síntomas".